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El duelo por un perro: efectos psicológicos y hallazgos científicos

Cuando perdemos un perro, perdemos mucho más que "sólo un animal". Perdemos un compañero leal, un miembro de la familia y, a menudo, también un apoyo emocional en la vida cotidiana. Sin embargo, el duelo por los perros suele subestimarse o incluso ridiculizarse en nuestra sociedad. Afirmaciones como "sólo era un perro" reflejan un profundo desconocimiento del vínculo emocional entre humanos y perros. El dolor por la pérdida de un perro es real y puede explicarse científicamente.

Los estudios demuestran que el vínculo emocional con los animales de compañía activa en el cerebro mecanismos similares a los del vínculo entre humanos. La pérdida desencadena complejas reacciones psicológicas, biológicas y sociales que no son en absoluto menos graves que el duelo por un familiar humano. En este blog, analizamos desde un punto de vista psicológico, neurocientífico y ético por qué el duelo por los perros se vive con tanta intensidad, y por qué merece ser plenamente reconocido. También queremos ofrecerle impulsos prácticos, con base científica, que puedan ayudarle a comprender y sobrellevar un poco mejor esta difícil travesía.

Teoría del apego: protección, proximidad y seguridad

La relación emocional entre humanos y perros se basa en mecanismos psicológicos profundamente arraigados. Para entender por qué el duelo por los perros es tan profundo, merece la pena echar un vistazo a la teoría clásica del apego.

John Bowlby partía de la base de que el apego es un sistema de comportamiento anclado biológicamente que se desarrolló en términos evolutivos para garantizar la supervivencia de las crías. Las figuras de apego ofrecen protección, cercanía, afecto y seguridad emocional

Sin embargo, unos niveles de cortisol persistentemente elevados provocan efectos negativos a largo plazo: Debilitamiento del sistema inmunitario, aumento de los niveles de inflamación, trastornos del sueño, problemas cardiovasculares y mayor propensión a la depresión.

Como criaturas sociales, los perros se han especializado a lo largo de miles de años en orientarse hacia los humanos como compañeros afectivos. Los estudios demuestran que los perros necesitan una base segura para explorar el mundo con curiosidad y sin miedo, como los niños pequeños.

Cuando estamos con nuestros perros:

  • Compartir rituales regulares (por ejemplo, paseos, alimentación, mimos).
  • comportarse con sensibilidad y fiabilidad
  • responder a sus necesidades

... se crea un vínculo seguro que les ofrece no sólo seguridad social, sino también biológica.

Un vínculo seguro significa que el perro puede regular el estrés más rápidamente, muestra menos ansiedad por separación y, en general, es más resistente a los estímulos ambientales.

Tipos de apego según Ainsworth (1978)

El tipo de vínculo que se desarrolla entre humanos y perros influye mucho en la intensidad con que se vive el duelo del perro.
Estos patrones de apego no se desarrollan por casualidad, sino que surgen de las experiencias que los individuos tienen en sus relaciones.

La unión se forma a partir de la interacción de:

  • Fiabilidad del cuidador (por ejemplo, si satisface sus necesidades emocionales y físicas).

  • Velocidad de reacción (por ejemplo, ¿con qué sensibilidad reacciona ante el estrés o la incertidumbre?)

  • Previsibilidad (por ejemplo, ¿el comportamiento es constante o cambiante?)


La unión se forma a partir de la interacción de:

  • Fiabilidad del cuidador (por ejemplo, si satisface sus necesidades emocionales y físicas).

  • Velocidad de reacción (por ejemplo, ¿con qué sensibilidad reacciona ante el estrés o la incertidumbre?)

  • Previsibilidad (por ejemplo, ¿el comportamiento es constante o cambiante?)

En función de estas experiencias se desarrollan diferentes estilos de apego:

  • Encuadernación segura:
    Se desarrolla cuando las figuras de apego responden de forma fiable a las necesidades. Los perros que tienen esta experiencia desarrollan confianza y muestran reacciones de estrés moderado cuando se separan, que pueden regular rápidamente.
    Duelo por un perro: Aunque la pérdida sea dolorosa, a menudo es más fácil asumirla.

  • Apego inseguro-evitativo:
    Se desarrolla cuando las necesidades se ignoran con frecuencia o se tratan como si no tuvieran importancia. Los perros aprenden a reprimir sus emociones para evitar decepciones.
    → Duelo por un perro: El duelo suele racionalizarse y bloquearse emocionalmente, pero permanece en el fondo sin resolverse.

  • Apego inseguro-ambivalente:
    Ocurre cuando las figuras de apego son impredecibles: a veces receptivas, a veces desdeñosas. Los perros desarrollan un apego intenso y un gran miedo a la pérdida.
    Duelo por un perro: La pérdida puede desencadenar choques emocionales especialmente fuertes; duelo duradero y difícil de sobrellevar.

  • Vinculación desorganizada:
    Se desarrolla con experiencias extremadamente contradictorias o incluso inductoras de miedo. Los perros muestran un comportamiento confuso: Buscan y evitan la proximidad al mismo tiempo.
    Duelo por perro: Puede dar lugar a reacciones de duelo muy ambivalentes - entre desesperación, sentimientos de culpa y entumecimiento emocional.

Los tipos de apego surgen de las primeras experiencias relacionales. Determinan la intensidad y el modo en que una persona experimenta la pérdida de un compañero de apego, como un perro.

Un dueño de perro con una relación muy intensa, casi simbiótica, con su perro experimenta no sólo una profunda tristeza tras la pérdida, sino también inseguridad existencial: ¿Quién me dará apoyo? ¿Quién me entiende sin palabras?
Especialmente cuando el perro era la principal fuente de seguridad emocional, el vacío es especialmente difícil de llenar.

Duelo devaluado: por qué muchos afectados se sienten incomprendidos

El duelo por un perro es una de las experiencias emocionales más profundas para muchas personas. Sin embargo, los dolientes suelen encontrar incomprensión, rechazo o incluso burlas en su entorno social.
Frases como:

  • "Era sólo un perro".

  • "Consigue uno nuevo".

  • "No tienes que estar triste por eso tanto tiempo".

no son infrecuentes. No sólo duelen, sino que desestabilizan a los afectados en su propia percepción del duelo. La falta de reconocimiento del dolor se denomina " duelo privado de derechos".

Éticos como Tom Regan (1983) y Martha Nussbaum (2006) sostienen que los animales no sólo quieren evitar el sufrimiento, sino que luchan activamente por una vida plena.
Esto significa que los animales tienen intereses y derechos \u2013 y que sus relaciones con los seres humanos también tienen un significado ético.

Si el entorno no reconoce el duelo, faltan recursos importantes para procesarlo: conversaciones abiertas, comprensión y compasión.
Esto puede provocar una sensación de aislamiento y, en casos graves, incluso aumentar el riesgo de depresión.

La dimensión ética del duelo devaluado

Una razón más profunda de la devaluación social del luto canino radica en la forma en que se considera a los animales histórica y legalmente.

En muchos ordenamientos jurídicos -incluidos los de Alemania y Suiza- los animales siguen siendo considerados legalmente como "cosas". Aunque la conciencia social está cambiando, esta visión sigue caracterizando las actitudes colectivas: a menudo se percibe a los animales más como propiedad que como sujetos sensibles.

El concepto de sensibilidad demuestra científicamente que los perros pueden sentir emociones como la alegría, el miedo, el dolor y la tristeza.
Su profundidad emocional es comparable a la de los niños pequeños.

Cuando se devalúa el duelo por los perros, a menudo se refleja la suposición inconsciente de que la vida y la relación de un animal valen menos que la de una persona.
Este error ético no sólo atenta contra la dignidad del animal fallecido, sino también contra el vínculo emocional que existía entre el hombre y el perro.

Al tomarnos en serio el duelo por los perros, hacemos mucho más que respetar el dolor de un individuo:
Reconocemos la independencia, el mundo emocional y el valor moral del perro.

Éticos como Tom Regan (1983) y Martha Nussbaum (2006) sostienen que los animales no sólo quieren evitar el sufrimiento, sino que luchan activamente por una vida plena.
Esto significa que los animales tienen intereses y derechos \u2013 y que sus relaciones con los seres humanos también tienen un significado ético.

"Vito fue perfecto desde el primer momento: un auténtico perro del alma".

Vanessa, la hermana de Luis

Modelos de duelo: del modelo clásico de 5 fases al proceso dual

El examen de diversos modelos psicológicos ayuda a comprender mejor el duelo en los perros.


Modelo clásico: Las 5 etapas del duelo (Kübler-Ross, 1969)

Elisabeth Kübler-Ross describe cinco fases emocionales por las que pasan muchos dolientes:

  • Negación ("No puede ser").

  • Ira ("¿Por qué ha ocurrido esto?")

  • Negociar ("Si yo... entonces tal vez...")

  • Depresión ("Todo es inútil").

  • Aceptación ("Estoy aprendiendo a vivir con ello").

Estas fases no son lineales. Muchos dolientes saltan entre las fases o las experimentan varias veces.


Modelo moderno: el modelo de proceso dual (Stroebe & Schut, 1999)

El modelo dual describe el duelo como un movimiento pendular entre dos polos:

  • Orientación a la pérdida: permitir el dolor, procesar los recuerdos.

  • Orientación restauradora: Reestructurar la vida cotidiana, permitir la distracción.

Alternar conscientemente entre el dolor y la distracción ayuda a procesar el duelo de un modo más saludable.

Perspectivas neurocientíficas: oxitocina y reacciones de estrés

El duelo por un perro no es sólo un proceso emocional, sino también neurobiológico claramente mensurable. La pérdida de un compañero de confianza tiene un impacto directo en el cerebro, la producción hormonal y todo el organismo.


Oxitocina: la hormona del vínculo

Cuando convivimos con nuestros perros, la llamada hormona del vínculo, la oxitocina, se libera en grandes cantidades. El nivel de oxitocina aumenta considerablemente tanto en humanos como en perros, sobre todo cuando intercambiamos miradas, nos tocamos o interactuamos juntos.

La oxitocina tiene un efecto calmante en el cerebro: reduce la actividad de los ejes del estrés y transmite una sensación de seguridad y pertenencia.
Si esta fuente diaria de liberación de oxitocina desaparece repentinamente debido a la pérdida del perro, el cerebro experimenta un "vacío" hormonal.
El sentimiento de soledad, agitación interior e inestabilidad emocional tras la muerte de un perro no sólo puede explicarse psicológicamente, sino que también tiene una base neurobiológica directa.

El cerebro necesita tiempo para adaptarse al nuevo equilibrio hormonal. Este proceso de adaptación es un factor de estrés adicional que puede hacer que el proceso de duelo sea aún más intenso cuando se pierde un perro.

Sin embargo, unos niveles de cortisol persistentemente elevados provocan efectos negativos a largo plazo: Debilitamiento del sistema inmunitario, aumento de los niveles de inflamación, trastornos del sueño, problemas cardiovasculares y mayor propensión a la depresión.

Reacciones de estrés en caso de pérdida de animales

Además de la disminución de la oxitocina, también se produce un aumento del cortisol, la hormona del estrés.
El cortisol se libera en situaciones de estrés para movilizar las reservas de energía a corto plazo y garantizar la supervivencia.

La pérdida de un perro es una situación de estrés continuo para el organismo. Como los perros cumplen muchas funciones en la vida diaria -proporcionan estructura, apoyo emocional, compañeros de interacción social-, su muerte crea un vacío enorme que puede mantener las hormonas del estrés continuamente altas.

En el duelo por un perro, muchos de los afectados experimentan los síntomas clásicos del estrés crónico:

  • Insomnio o sueño agitado

  • Pérdida de apetito o comer en exceso

  • Tensión muscular, dolores de cabeza

  • Sensación de vacío interior y desgana

  • Debilitamiento de las defensas inmunitarias del propio organismo

Sin embargo, unos niveles de cortisol persistentemente elevados provocan efectos negativos a largo plazo: Debilitamiento del sistema inmunitario, aumento de los niveles de inflamación, trastornos del sueño, problemas cardiovasculares y mayor propensión a la depresión.

Resumen

El duelo por un perro es una profunda experiencia emocional y física que va mucho más allá de la pérdida de una "mascota". Los hallazgos científicos de la psicología, la neurociencia y la ética demuestran que el vínculo emocional con los perros activa mecanismos neuronales similares a los del vínculo con los familiares humanos.

La teoría del apego de John Bowlby explica por qué los perros son anclas de seguridad emocional en la vida cotidiana y por qué su pérdida supone un trastorno fundamental. El tipo de apego experimentado -ya sea seguro, evitativo, ambivalente o desorganizado- influye notablemente en la intensidad con que se siente el duelo por el perro.

El dolor devaluado, que surge de la falta de comprensión social, y la visión históricamente caracterizada de los animales como propiedad intensifican aún más el estrés psicológico. Reconocer a los animales como seres sensibles (sintiencia) deja claro que su papel en nuestras vidas también es éticamente significativo.

Los modelos de duelo, como el modelo de 5 fases o el modelo de proceso dual, ayudan a comprender mejor los procesos de duelo individuales.
Los estudios neurocientíficos demuestran que la pérdida de un perro desencadena reacciones de estrés hormonal y físico mensurables: los niveles de oxitocina descienden, mientras que las hormonas del estrés, como el cortisol, aumentan.

Evolutivamente, los perros están en profunda sintonía con los humanos. Su capacidad para leer las emociones y proporcionar cercanía los convierte en compañeros sociales únicos. Por eso su muerte deja un vacío no sólo emocional, sino también neurobiológico.

Las estrategias con base científica -como la admisión del duelo, los rituales, el apoyo social y la atención plena- pueden ayudar a sobrellevar mejor el duelo en el caso de los perros.

El duelo por un perro merece el mismo reconocimiento y dignidad que cualquier otra forma de pérdida. Es una expresión de profundo apego emocional y respeto por una criatura sintiente.

¿Cuánto tiempo dura el duelo por un perro?

La duración del duelo por un perro es muy individual. Algunas personas necesitan unas semanas, otras meses o incluso años para asimilar la pérdida. El factor decisivo no es la duración, sino la intensidad y la forma personal de afrontar el duelo.

¿Es normal que el duelo por mi perro sea tan doloroso como el duelo por una persona?

Sí, absolutamente. Los estudios científicos demuestran que el vínculo emocional entre humanos y perros activa mecanismos psicológicos y neurológicos similares a los del vínculo con los familiares humanos. Por tanto, el duelo de un perro puede ser igual de profundo e intenso.

¿Qué me ayuda a sobrellevar mejor el duelo por mi perro fallecido?

Son útiles los rituales de despedida (por ejemplo, una misa conmemorativa), el diálogo con otros dolientes, las nuevas estructuras cotidianas y los ejercicios de atención plena. El apoyo profesional, como el asesoramiento en el duelo o las conversaciones con psicólogos, también pueden ayudar a asumir la pérdida.

¿Debería conseguir un nuevo perro rápidamente para aliviar el dolor?

Un nuevo perro puede enriquecer su vida, pero no debe considerarse un sustituto del perro fallecido. Sólo cuando se haya superado la intensa fase de duelo podrá tomarse la decisión de tener un nuevo animal desde el amor y la apertura, no desde un sentimiento de carencia.

¿Por qué mi entorno no se toma en serio mi pena por mi perro?

Mucha gente subestima la profundidad del vínculo entre humanos y perros. En sociedades en las que los animales siguen considerándose posesiones, a menudo no se comprende el significado emocional y ético de esta relación. Es importante saberlo: Tus sentimientos están justificados, aunque los que te rodean no siempre puedan entenderlos.

Lui y Paulina con el perro del alma Vito y amalia

Los autores: Paulina & Lui

Paulina y Lui son el corazón y el alma detrás de Vitomalia [Dogtraining & Store]. Su viaje en el entrenamiento del perro comenzó con la adopción de su primer perro de la lista, Vito. Esta experiencia despertó en ella un profundo interés por enseñar a otros propietarios de perros sobre comportamiento y adiestramiento canino. Al principio era sólo un hobby, pero con la adopción de la perra Pitbull americana Amalia, que había sido abandonada varias veces debido a graves problemas de comportamiento, su pasión se convirtió en una verdadera vocación. Los problemas de comportamiento de Amalia intensificaron su interés por el adiestramiento canino y la terapia conductual. Este punto de inflexión llevó a Paulina y Lui a abandonar sus trayectorias profesionales originales, seguir una formación intensiva y dedicarse plenamente al tema del adiestramiento canino. Su trabajo con equipos humano-perro también reveló una laguna en el mercado canino: faltaban accesorios seguros y de alta calidad específicos para razas medianas y grandes.

De ahí nació Vitomalia [Dogtraining & Store], una combinación de su compromiso con el adiestramiento profesional de perros y la necesidad de accesorios caninos de calidad. Paulina y Lui aportan su experiencia personal, sus amplios conocimientos y su pasión por los perros a cada producto para ayudar a los equipos humano-perro a convivir.

Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss: Vol. 1. Attachment. Basic Books.

Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E., & Wall, S. (1978). Patterns of Attachment: A Psychological Study of the Strange Situation. Lawrence Erlbaum.

Doka, K. J. (1989). Disenfranchised Grief: Recognizing Hidden Sorrow. Lexington Books.

Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Macmillan.

Stroebe, M., y Schut, H. (1999). The Dual Process Model of Coping with Bereavement. Death Studies.

Nagasawa, M., Mitsui, S., En, S., et al. (2015). Oxytocin-gaze positive loop and the coevolution of human-dog bonds. Science, 348(6232), 333-336.

McEwen, B. S. (1998). Efectos protectores y perjudiciales de los mediadores del estrés. New England Journal of Medicine, 338(3), 171-179.

Chur-Hansen, A. (2010). Duelo y cuestiones de duelo y la pérdida de un animal de compañía. Clinical Psychologist, 14(1), 14-17.

Regan, T. (1983). The Case for Animal Rights. University of California Press.

Nussbaum, M. C. (2006). Fronteras de la justicia: Disability, Nationality, Species Membership. Harvard University Press.

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